martes, 27 de abril de 2010

¿Estás nerviosa?

"¿Estás nerviosa?", ha sido la pregunta de los últimos días.

¿Nerviosa? ¿Por qué? ¿Porque voy a andar desnuda frente a más de un centenar de desconocidos? No, más bien emocionada. Soy una mujer que no tiene problemas con su cuerpo y con un algo o un mucho de exhibicionista. Me gusta sentirme observada, bonita, atractiva, deseada. Yo lo disfruto y eso le gusta a mi marido, frente a quien muchas veces me desnudo por el puro placer de distraerlo de lo que está haciendo.

Será una desnudez nueva, distinta a la de mi casa, donde suelo andar con poca ropa, caminar por el cuarto en tangas y brasier, acostarme sólo con el pantalón de la pijama. Será una desnudez mayor, ante más gente, extraños frente a quienes podré usar ese pequeño disfraz de enfermera que va untado al cuerpo, la diminuta falda de colegiala con que recibí a mi marido hace unos días cuando llegaba de trabajar, mis ligueros, las tangas, los conjuntos... mi mejor lencería, esa que tanto le gusta a él, quien estará observando cómo me miran y pensando que soy la mujer con la que cada noche comparte la cama y a quien en unos minutos estará penetrando y haciendo gozar.

Yo le pedí que me llevara a un hotel nudista; el no dudó en aceptar. Le dije que quería tomar el sol con los senos descubiertos y un buen libro al lado; broncearme las nalgas con una diminutas tangas para que después él las vea "calcadas" cuando me coja por detrás. Le dije que alguna vez había deseado tener sexo frente a otras personas, chupársela, bailarle, pasearme en lencería. Pero él me regaló algo mejor: cumplir todas mis fantasías en un solo lugar.

sábado, 24 de abril de 2010

Los preliminares

No tengo claro cómo nos decidimos, pero finalmente acordamos ir a un hotel de intercambio de parejas en un par de semanas. Tal vez las conversaciones cachondas sobre nuestras más prohibidas fantasías nos llevaron a plantearnos seriamente la posibilidad de experimentar el sentimiento morboso de fajar o coger con alguien extraño con el consentimiento mutuo. O quizás aquel erótico y caliente trío que hicimos con un joven atlético en las vacaciones del año pasado en el mar nos dejó el gusanito de hacer más travesuras en pareja; aunque creo que más bien fue mi deseo de tiempo atrás de conocer el ambiente del sexo en grupo o el exhibicionismo velado que tanto excita a Sol nos ha llevado a dar el paso.

Estoy nervioso. Por un lado tengo celos y temor que se nos salga de control, pero por otro lado, compartir la excitante visión del cuerpo voluptuoso de Sol desnudo o en lencería con un grupo de desconocidos me emociona. Sé que muchas y muchos estarán pasmados de ver sus bellas nalgas enmarcadas por esa diminuta tanga negra que se entrevé con su disfraz de colegiala y me da morbo saber que es mi mujer, que es la mujer a la que toco, esa que se viene al calor de mis embestidas cuando cogemos y a la que amo profundamente. Me prende ver que la desean y que soy yo quien le da los orgasmos que tanto disfruta.

Estoy seguro que en el viaje muchas parejas estarán buscando el momento adecuado para acercarse y seducirnos: ellos buscando sentir el placer que brinda el tesoro al que se llega por la entrepierna de Sol, y ellas viendo la posibilidad de un encuentro bisexual o sentir la dureza de otro glande. Sé que ella se excitará al ser admirada y descubrirse como la causante de muchas erecciones de los hombres del hotel. Se descubrirá aún más mujer, se dará cuenta de su potencial y gozará más cuando tengamos sexo esas noches. También se que yo me volveré loco al verla tan fémina, tan deseable y tan arriesgada. Son sentimientos encontrados pero nunca explorados por mí. Me mueven y me paralizan. Me tienen pensativo y caliente. Será la experiencia de nuestras vidas por lo menos en lo que a pareja se refiere.

No es normal lo que vamos a vivir. No se qué esperar. Pero quiero verla muy caliente, excitada, transformada por la cachondez del lugar, las luces y los sonidos. Quiero disociarme y pensar que apenas la conozco y verla en su cachondez más salvaje. Me estresa, pero me excita. Me inquieta, pero lo deseo. Quiero ver que todos la desean, quiero que se vuelva una devora-hombres para llegar finalmente yo y penetrarla en su momento de mayor humedad y excitación.

El juego prohibido comienza

Estamos nerviosos. En dos semanas estaremos asoleándonos desnudos entre más de un centenar de desconocidos, con quienes conviviremos cada noche, mostrando nuestro ser más primitivo, animalesco, caliente, disfrazados de erotismo, encaje, telas pegadas al cuerpo y diminutas tangas escondidas entre el cuerpo...preferida.

David y yo estamos por viajar a un hotel de adultos. Es la primera experiencia para ambos. Hemos platicado sobre lo que podría suceder y cada vez que me coge me describe las escenas, me calienta, me moja con lo que me cuenta que estamos por vivir.

Este blog es para que nos acompañen en esta complicidad.

Sol y David