martes, 27 de abril de 2010

¿Estás nerviosa?

"¿Estás nerviosa?", ha sido la pregunta de los últimos días.

¿Nerviosa? ¿Por qué? ¿Porque voy a andar desnuda frente a más de un centenar de desconocidos? No, más bien emocionada. Soy una mujer que no tiene problemas con su cuerpo y con un algo o un mucho de exhibicionista. Me gusta sentirme observada, bonita, atractiva, deseada. Yo lo disfruto y eso le gusta a mi marido, frente a quien muchas veces me desnudo por el puro placer de distraerlo de lo que está haciendo.

Será una desnudez nueva, distinta a la de mi casa, donde suelo andar con poca ropa, caminar por el cuarto en tangas y brasier, acostarme sólo con el pantalón de la pijama. Será una desnudez mayor, ante más gente, extraños frente a quienes podré usar ese pequeño disfraz de enfermera que va untado al cuerpo, la diminuta falda de colegiala con que recibí a mi marido hace unos días cuando llegaba de trabajar, mis ligueros, las tangas, los conjuntos... mi mejor lencería, esa que tanto le gusta a él, quien estará observando cómo me miran y pensando que soy la mujer con la que cada noche comparte la cama y a quien en unos minutos estará penetrando y haciendo gozar.

Yo le pedí que me llevara a un hotel nudista; el no dudó en aceptar. Le dije que quería tomar el sol con los senos descubiertos y un buen libro al lado; broncearme las nalgas con una diminutas tangas para que después él las vea "calcadas" cuando me coja por detrás. Le dije que alguna vez había deseado tener sexo frente a otras personas, chupársela, bailarle, pasearme en lencería. Pero él me regaló algo mejor: cumplir todas mis fantasías en un solo lugar.

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